El proceso de creación de una marca corporativa es un viaje fascinante al corazón de una organización. Es un trayecto retador que debe partir del pensamiento y planeación estratégicos de la empresa. No se construye replicando un logotipo cual sello de goma; es crucial concebirlo como una experiencia que nos permita contar, repetidamente y a lo largo del tiempo, una historia consistente para sus audiencias.
Resulta fácil y natural vincularlo con la imaginación, con la creatividad, pero requiere de un considerable conocimiento técnico que refuerce el imprescindible talento. No olvidemos que siempre se trata de un prototipo que demanda fuertes dosis de comprensión y paciencia. Involucra pruebas intensivas, cambios y ajustes periódicos durante el proceso para lograr una identidad global definida y que resista el paso del tiempo.
Cada implantación* es diferente si bien todas comparten la necesidad de una narrativa visual distintiva, el cuidado en la creación de los lineamientos gráficos, el desarrollo de aplicaciones ejemplares, y la creación de archivos finales que documentarán el proyecto y se usarán como referencia.
Para lograr estos resultados, es necesario contar con el aval de un nutrido grupo multidisciplinario con probada experiencia en el despliegue identitario: diseñadores gráficos, digitales e industriales, interioristas, especialistas en pre-prensa, comunicadores, publicistas, etc. Todos ellos comparten un denominador común: son personas con enorme sensibilidad estética, gusto por el detalle, incorregiblemente curiosas y dispuestas a descubrir nuevos caminos para las marcas.
Todos estos esfuerzos serán en vano si, cuando se hace el lanzamiento, no se pone en valor el cuidadoso trabajo de implantación previo realizado. Es el “momento de la verdad”, el nacimiento de la marca para el mundo; seremos testigos privilegiados de cómo empieza a cobrar vida, crece y se va fortaleciendo. Durante este tiempo habrá que permanecer especialmente atentos a su evolución, nutrirla adecuadamente, encauzarla, tal vez podarla un poco, y confiar en que florecerá y dará sabrosos frutos.
Sembremos juntos.
*Aunque es más común utilizar implementar, en Ideograma preferimos usar implantar porque incorpora significados adicionales a “poner en funcionamiento algo”. Implantar es, también, injertar o plantar. Implantar una marca es, entonces, darle forma, sentido y vida.